miércoles, marzo 10, 2010

Sabor y sinsabores de un grano en Venezuela

Para algunos una simple bebida, para otros el perfecto acompañante durante una buena conversación o el buen aliado para avisparse en las mañanas, la necesaria pizca de estimulante a media tarde, el elixir en la merienda,... para la mayoría de las personas un completo deleite o casi una experiencia religiosa: el café. No en vano es uno de los productos agrícolas más comercializados en el mundo durante siglos. Sin embargo, en la actualidad Venezuela no puede contarse entre los países que más beneficios (no sólo económicos) obtienen a partir de este rubro.

Un sin fin de situaciones adversas, problemas ambientales y malversaciones en el sector cafetalero, entre otros factores, han impedido desde la llegada del oro negro a nuestro país, el renacimiento del mercado exportador de café, además del desarrollo profesional de aquellos que desean dedicarse a la preparación de bebidas a partir del mismo, es decir: que desean ser baristas de tiempo completo. A continuación, un panorama más detallado de la historia del café en Venezuela, su producción y comercialización, un par de historias de dos venezolanos apasionados por esta bebida y sus aspiraciones profesionales en torno a ella, así como también el trago insípido de un presente confuso y desalentador en el sector.

Muchos lo toman, pocos aprenden a prepararlo
Al profesional dedicado a crear bebidas a partir del café, se le conoce como barista. Es la profesión y afición que comparten Valentina Carosi y Miguel Ángel Hernández, respectivamente; dos jóvenes venezolanos enamorados de la famosa bebida y que, cada uno por su lado, se ha forjado un camino en el mundo de la degustación y preparación del café, así como también en el "arte del latte".

En el caso de Valentina, quien desde pequeña se ha sentido atraída por la cocina y sus complementos, su interés por el café también viene de familia. Sus abuelos poseen una finca de café, cuya producción ella ahora se preocupa por mejorar partiendo de los conocimientos que ha adquirido sobre el grano. Profesionalmente, se formó en la Escuela Colombiana de Café, ubicada en Bogotá. Allí se convirtió en barista, maestro torrefactor y especialista en el arte del latte.

La historia de Miguel Ángel es distinta. Aunque también en su familia el café forma parte del pan de cada día, su interés por la literatura y sus estudios en una escuela de letras lo acercaron a dicha bebida, por la cual se fue sintiendo cada vez más atraído, más allá del gusto meramente sensorial. Así comenzó a experimentar con el guayoyo casero y adquirió una máquina de expreso doméstica. Su experiencia y sus conocimientos proceden del autoaprendizaje.

En algunos países ser barista es una profesión de tiempo completo. En Venezuela no. No sólo hemos fracasado en levantar el sector cafetalero, sino que tampoco nos hemos desarrollado en el campo profesional de la preparación de bebidas a partir del café. No queda más que pensar que en esto también "estamos" en vías de desarrollo, designación que luego de tantos años recibiéndola por esto y lo otro, resulta más frustrante que esperanzadora. Lamentablemente, ni Valentina ni Miguel Ángel han podido alcanzar plenitud como baristas profesionales, ella porque -en principio- no encuentra en Venezuela las condiciones necesarias para impulsar su labor como quisiera, y él porque tampoco ha encontrado una institución nacional donde formarse como barista, entre otros motivos.

¿Acaso todavía para alguien es un secreto que en materia de café, nuestro país dejó de ser lo que era? Da pena y lástima haber tirado por la borda años de trabajo y dedicación de aquellos que arduamente lograron ubicarnos entre los países más importantes en el mercado cafetalero mundial. Quizá, la parte más triste es que pudiendo sostener nuestra economía con producción agrícola (el caso del café es sólo un ejemplo), lo dejamos casi todo por el petroleo, ese regalo que a ratos bendecimos y luego maldecimos. Por esto y más, es limitada la posibilidad de dar a luz emprendedores e iniciativas laborales, culturales o económicas partiendo de nuestro -hoy- pequeño mundo del café.

Tesoro perdido
¿Quién no recuerda en tiempos de colegio/escuela haber estudiado (o al menos escuchado) en clase de Historia de Venezuela, sobre lo importante que fue el café para el país? Tristemente, eso quedó en el pasado. No digo el tema en clases, sino la relevancia y el prestigio que teníamos en el negocio cafetalero a nivel mundial. Éramos líderes en exportación del grano y ahora se ve lejos la posibilidad de recuperar ese puesto, debido al continuo descuido de la producción agrícola nacional desde aquel entonces. !Hola petroleo! y ¡adiós café!, y aún hoy no logramos que el buen hijo vuelva a casa.

Desde el primer grano que llegó en 1730, sembrado por misiones españolas asentadas en la cuenca del río Caroní, hasta nuestros días, el café desplazó al cacao como principal rubro de exportación de la economía nacional (1830), fue partícipe y protagonista de los grandes cambios dados a nivel mundial en la producción cafetalera y el consumo de la bebida, así como también del auge económico del país entre 1890 y 1930, aproximadamente; y desde 1937 ha ido perdiendo -significativamente- espacio en la economía del país, hecho que además, forma parte del comienzo de la crisis agroexportadora venezolana.

Las causas del estancamiento están directamente relacionadas con el abandono de la producción agrícola, por parte de los gobiernos venezolanos desde comienzos de 1930. Dos años antes las exportaciones de café ya habían descendido en un 18%, mientras que las petroleras ocupaban el 76% de las totales del país. En adelante, fueron y vinieron intentos fallidos por sostener nuestro papel en el mercado, hasta nuestros días cuando "contamos" con el Plan Café, cuya creación fue anunciada en el 2006, durante el programa Aló Presidente #206, desde el estado Táchira.

Un paso importante, pero que finalmente cayó en la nada, fue la creación del Fondo Nacional del Café (FONCAFE), el 13 de mayo de 1975, por Decreto Ley N°910. Esta institución se consideraba el organismo rector de la caficultura en Venezuela, con el fin de prestar asistencia técnica y crediticia; ejercer un control fitosanitario eficiente y oportuno; establecer sistemas de protección del precio del café nacional e internacionalmente; promover la producción, el procesamiento, la comercialización y el mercado, e impulsar el desarrollo integral de las zonas cafetaleras.

Sin embargo, "no pudo cumplir con sus objetivos iniciales", según la geógrafa y profesora de la ULA, Lucía Martínez Quintero, en su artículo "Los Caficultores Tachirenses: ¿Otra Visión Hacia el Futuro?", publicado en la Revista Digital Universitaria (30/06/2001. Vol 2, N°2). En consecuencia, FONCAFE fue liquidado el 25 de octubre de 1999, por Decreto N°417 publicado en Gaceta Oficial. Desde entonces, se puede decir que el problema de la producción ha estado a la deriva, quedando en manos de los caficultores la solución a la falta de organización en el sector por parte del Estado.

Como dato extra, cabe mencionar que para 1994 la disponibilidad de consumo humano de café per capita, se ubicaba en un 1,7 Kg/persona/año. Sin embargo, diez años más tarde, un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones Agroalimentarias (CIAAL) de la Universidad de los Andes (ULA), y publicado en la Biblioteca Científica SciElo (vol 9, Julio de 2004), reveló que desde 1970 la disponibilidad de consumo ha oscilado entre 2 y 4 Kg/persona/año. Considerando que entre 1970 y 2004, la población venezolana incrementó en 15.409.304 habitantes (más del doble), y que en 1994 la disponibilidad de consumo por cabeza se ubicó por debajo de 2 Kg/persona/año, puede concluirse que la misma ha sido muy "ajustada" e incluso insuficiente.

Visto -a grosso modo- el panorama, no es de extrañar por qué a personas como Valentina y Miguel Ángel se les dificulta tanto conseguir realizarse completamente como baristas en su patria. Sin embargo, como todo buen venezolano, "echao pa' lante", han sorteado cuanta adversidad han encontrado en su camino hacia su meta. En este punto, cabe invitar a leer las entrevistas hechas a cada uno, para conocer más sobre cómo se dejaron seducir por el café y comenzaron a verlo con otros... ¿gustos? Pero sobre todo, para enterarse de qué piensan dos experimentados en el tema sobre lo que ocurre en Venezuela con el café, las posibilidades de formar nuestros propios baristas y, por qué no decirlo, hasta de competir mundialmente en este campo.

Movimientos recientes
Por lo pronto y porque lo que pasó, pasó, hay que fijar la mirada en el presente, por supuesto, por un mejor futuro que, a pesar de lo contradictorio que parezca, vendrá con una "vuelta al pasado" (en términos de éxito en el mercado cafetalero). Por eso, queda como tarea seguir el paso de recientes negociaciones e iniciativas por parte del Estado en torno al café. La más comentada en estos días es la disposición de Rusia de importar masivamente dicho rubro venezolano; "necesitan importar café, eso requiere de nosotros buenas estrategias", dijo Chávez respecto a una de esas "cosas por hacer" en las que concluyen todo encuentro entre gobernantes.

El caso es que esperando que esto ocurra, es decir que un proyecto en concreto sea desarrollado teórica y prácticamente, no hay que perder de vista la evolución de dicho intercambio de palabras e intereses entre Chávez y Putín, quien recientemente estuvo en Venezuela no sólo para hablar de café, quizá ni siquiera en principio por ello, sino también para profundizar en acuerdos militares y asistirnos en materia de defensa, entre otros tópicos. Particularmente, me quedan dudas: ¿cómo es que vamos a surtir ("masivamente") de café a Rusia, si ni siquiera nos damos abasto con la demanda nacional?

Por otra parte, aunque también para ahondar en lo de las interrogantes que se me presentan a raíz de los "planes" ruso-venezolanos, en la reunión también se habló de cooperación en energía nuclear. "No vamos a construir la bomba atómica, pero desarrollaremos energía nuclear para fines pacíficos. Debemos prepararnos para la era post-petróleo", indicó Chávez. Parece que me he desviado un poco del tema central, pero no. Y es que -pienso-, esa afirmación de mi presidente puede verse de dos maneras, una en materia de energía y la otra me lleva a preguntar: ¿será qué cuando piensa en la era post-petróleo, se preocupa de qué vamos a vivir en ese momento? Es que, perdonen el exceso de especulación, pero si así fuera, desde hace tiempo se hubiesen puesto en marcha programas efectivos para la reactivación exitosa y productiva del mercado cafetalero nacional, entre otros detalles.

Queda claro que no me perdí ¿verdad? Había que llegar al punto del "trabajo sucio", el de la crítica que muchos se privan de hacer y la que una vez hecha, disgusta a ciertos cibernautas (por lo general anónimos) que de vez en cuando se pasean por este espacio para dejar "convenientemente", una cascada de noticias entre los comentarios. Siguen las dudas: ¿realmente está el gobierno empeñado en impulsar al café venezolano, o sacar a relucir el rubro en el encuentro con Putín fue una de esas ideas "accesorias" que a veces se presentan en las reuniones entre mandatarios?

Recordemos que ahora el Estado controla más del 70% del mercado de café, luego de expropiar a finales del año pasado las torrefactoras Fama de América y Cafea. Ojalá lo del interés ruso por nuestro grano no se lo lleve el viento y traiga un nuevo impulso al sector cafetalero venezolano, lo cual por supuesto vendrá, principalmente, de la mano de políticas y acciones efectivas y no por que cualquier "pana" del presidente requiera nuestro producto. Es que ni que se tratara del mismísimo Fidel, con quien se acordó aquello del cable submarino para mejorar la conexión a Internet en Cuba y de lo cual hoy se sabe prácticamente nada. Por eso insisto, es un presente confuso y desalentador, es el sabor y sinsabor...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Jovenes asi, es lo que necesitamos en momentos tan dificiles...
personalmente tomo mi cafe cada manana, recordando como solia ser de bueno....

Anónimo dijo...

Viva Valentina!!!, esa si es una joven mujer con brios, no le teme a nada y junto con ella su familia que siempre ha estado alli para apoyarla, exitos y estamos a la espera de la proxima apertura de tu cafe en maracay...

Anónimo dijo...

Felicitaciones a estos muchachos baristas porque precisamente eso es lo que necesitamos, gente que no ve obstaculos y los que existen que son muchos los saltan y siguen adelante.
Hurra valentina, valiente...

alairelibrevzla@gmail.com dijo...

También tomo café en las mañanas, a veces también a mediodía o al final de la tarde en caso de tener que permanecer despierta hasta altas horas de la noche o incluso hasta tempranas horas de la madrugada, como es costumbre en mí ahora, pero no pienso en cómo era el café de antes. Desde que tengo conciencia, el café venezolano me parece delicioso, y eso que he tenido la oportunidad de probar el italiano, entre otros. Dicen que es uno de los mejores, yo me quedo con el de aquí. Claro, habría que ver de manos de quien me tomé aquellos cafés en Roma, porque el que los prepara definitivamente influye en el resultado.

Por lo pronto, me quedo con el que me preparo en casa (no porque lo haga yo, ojo con eso, sino por lo riquísimo y cumplidor del café venezolano), hasta que Valentina o Miguel me hagan cambiar de parecer ;) A ellos los aplaudo por atreverse a explorar caminos "desconocidos" en el país y aportar "granitos" (literalmente hablando) a lo que debe ser una nueva cruzada cafetalera, para rescatar el valor de nuestro rubro y sacarle el mayor y mejor provecho posible.

Miguel Ángel Hernández dijo...

Hola y gracias a tod@s.
Ciertamente el café venezolano es muy bueno. En el caso de ese café italiano, lo que lo distingue es el tostado y la preparación, ya que -como recordarán de la entrevista de Valentina- allá no producen café; sin embargo, ellos han aprendido a sacarle todo el provecho al grano de café que producimos bien en Venezuela, Colombia, Brasil, Etiopía, etcétera. Es decir, tal vez aquel café en Roma venía de granos venezolanos... ;)
Saludos.