jueves, abril 08, 2010

Un problema con muchos eslabones


Desde El Alumbrado Público se puede ver un post que plantea la idea de renunciar al consumo de ciertos productos, la cual me es familiar, porque recientemente tomé dicha acción, sin embargo, en el caso de Mauricio Valerio, quien lleva el citado blog y comenta su experiencia, similar a la mía, sus motivos para dejar de consumir determinados productos de marcas como Dove y Nestlé, son en principio ecológicos. Él se ha propuesto el reto de apartarse de tales marcas, renunciando a la compra de aquello que nos ofrecen en el mercado o al menos eso le he entendido. Para soportar su planteamiento y comunicarnos el por qué de su decisión, presenta cuatro videos un poco impactantes visualmente, con mensajes claros sobre la necesidad de que los consumidores formen parte de las soluciones de la problemática ambiental de cuyas consecuencias, todos somos victimas y en cuyo origen y "erradicación", no podemos negar, todos tenemos cierta cuota de responsabilidad.

Tanto me impactaron los videos, sobre todo los dos primeros, y tan interesante me pareció el planteamiento de Mauricio, que me animé a comentarlo, cuando terminé me di cuenta de que, cosa rara, me había extendido mucho, casi tanto como para que pareciera todo un post sobre el asunto y, aún así, sentí que algunas ideas quedaban por expresar. ¿Por qué no un propio post sobre el tema? No es constante en mí escribir sobre asuntos de este tipo, no por falta de interés, o quizá sí (desde el punto de vista de aquello sobre lo que me inclino a escribir), pero esta vez, así como lo hice en el blog de Mauricio, creo necesario hacer extensivas una serie de ideas a propósito de su planteamiento, desde mi propio espacio. Así reproduzco aquí el comentario hecho allá y agrego otras ideas ausentes en mi extensa participación en el Alumbrado Público, como para no "abusar":

¿Entonces? ¿Vas a dejar de usar y/o consumir los productos de esas marcas? Honestamente, te digo algo, o mejor dicho varias cosillas. Yo uso el jabón Dove Baby por problemas dermatológicos, sufro de dermatitis y ningún otro jabón me ha hecho tanto bien como ese, bueno, mentira, también me han servido otros pero que, en comparación con Dove, mi bolsillo no puede sostener el consumo de esos productos de marcas como La Roche Posay, Bioderma, entre otras de alto, muy alto costo. Entonces, ciertamente uno puede preguntarse si empresas como Nestlé o Dove no pueden emplear otros compuestos para elaborar su productos y, lo más importarte, mantener la calidad a las que ya nos tienen acostumbrados. En mi caso, lamentaría mucho que esto no fuera posible, tanto por el asunto ambiental como por mi necesidad de consumir un producto Dove que, ojo, no es fruto de una necesidad inventada o real por motivos de vanidad, por ejemplo, sino real y por motivos de salud. Pero, hoy en día, no puedo decirle adiós al producto de dicha marca, porque mi piel me lo reclamaría.

También pienso hasta qué punto se debe empujar todo este asunto de exigirle a las empresas que dejen de utilizar elementos ambientales para sus producciones. Es que, después de todo, el hombre puede y debe servirse de su entorno para sobrevivir ¿no? Claro, entiendo que el detalle está en cuán dañino puede ser ese "aprovechamiento" de la naturaleza para fines de subsistencia y que, en algunos casos (la verdad muchos), se trata de empresas que no producen precisamente artículos de primera necesidad, sino más bien y por decirlo así: antojos para el consumismo. Sin embargo, sigo pensando que eso de exigirle a toda empresa que hace uso de elementos ambientales para su producción, no es en esencia la solución del problema, ¿por qué no obligarlas (en el caso de Nestlé y Dove) a que, por cada palma que talen siembren otras más, o que hagan algún otro tipo de aporte al ambiente? Esto dado el caso de que no puedan emplear otros recursos distintos al del aceite de palma para la elaboración y sostenimiento de la calidad de sus productos. No sé, son sólo ideas.

Sin embargo, en lo que sí estoy de acuerdo y de lo que estoy segura, es en la cuestión de la necesidad de que los consumidores se sumen activamente a cualquier acción (la que sea de su agrado) en torno a esta problemática, que seamos más conscientes de lo que se nos presenta en el mercado y especialmente de lo que consumimos, porque sólo así podemos en cierta forma, dejar de ser vistos por las empresas como una bola homogénea, es decir masa, de personas que compran sólo por necesidad creada en nosotros mismos como resultado de la sugestión de una publicidad. Tenemos que hacerles ver, porque así es, que quienes tenemos el poder somos nosotros y no al contrario, así que debemos alzar nuestras voces y hacerlas sentir con nuestras acciones.

Un ejemplo de lo anterior, que nada tiene que ver con el problema ambiental, pero sí con lo que llamo el "orgullo" del consumidor o más bien respeto a este, es que hace poco renuncié a la compra del pan Bimbo Diet, mi favorito, sin embargo, normalmente (por no decir siempre), el producto se dañaba antes de la fecha de vencimiento señalada en su empaque. La última vez que pasó, me molesté mucho porque se dañó (si mal no recuerdo) seis días antes de lo debido y al día siguiente de haberlo comprado, es decir que ni siquiera pude llegar a comerme ni una rebanada. LLamé a servicio al consumidor, no para que me repusieran el producto, sino para comunicar la situación grave que está atravesando el mismo en cuanto a su caducidad y lógicamente, también su calidad. Aún así quedaron en reponerlo y confiando en ellos, no fui al hipermercado donde había adquirido el pan para cambiarlo. Pasaron los días y el pan se descomponía cada vez más, hasta el punto que era repugnante verlo y empezaba a desprender un olor sumamente desagradable. Llamé a la empresa de nuevo, recordándoles mi llamado y su promesa, destacando su irresponsabilidad -por si no eran conscientes de ella- y que no iba a esperar toda la vida guardando el pan que aún conservaba, porque ellos mismos me lo pidieron para emplearlo como muestra en estudios y análisis que -supuestamente- hacen a este tipo de productos que presentan fallas. Hasta el sol de hoy, el "osito" no se ha aparecido por mi casa y yo decidí, con el dolor de mi paladar, dejar de comprar ese producto.

Fuente: Strelunato

En fin, creo que todo este asunto de las empresas y su responsabilidad o irresponsabilidad ecológica, va más allá de la misma empresa y su solución no debe estar únicamente en manos de organizaciones como la famosa y muy activa Greenpeace. Es, como lo he dicho en el título, un problema con muchos eslabones, porque en la misma cadena de consumo, cada parte juega un papel importante en la lucha contra la problemática. El papel de los consumidores, es un tema sobre el cual siento que falta mucho por ahondar y sobre todo "tocar", ante todo para hacer despertar a quienes aún ni siquiera se plantean el más mínimo cambio de hábito para ser parte de la solución. Es que, cabe acotar, entre lo complicado de todo esto, está sin duda la actitud de cada quien frente al problema, por eso no puedo dejar de decir que, de sobra existe gente (que conozco) que dicen preocuparse por la conservación del ambiente, los recursos naturales, etc. y se suman -en teoría- a campañas como las expuestas en los videos, pero sus acciones, una a una, en suma resultan peores y más dañinas que las de cualquier empresa con añales talando bosques.

2 comentarios:

Mercedes Malavé dijo...

Me identifico totalmente con este punto de vista. Es necesario que TODOS seamos cada vez más conscientes de las responsabilidades que tenemos, y que las asumamos con constancia y sin victimismo.

Anónimo dijo...

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